En medio del ajetreo diario que llevamos usualmente por el trabajo, los estudios, los quehaceres, etc. Cada vez que lo leo me doy cuenta de algo que no había percibido antes. Meditando sobre él esta tarde, pude ver como la mujer virtuosa, debido a su relación con Dios, cuida de su relación matrimonial y de su relación con sus hijos. Cuantas veces en nuestro diario vivir, nos distraemos tratando de agradar a otras personas, puede ser en el trabajo, en el vecindario, en la escuela o universidad, o inclusive en la Iglesia. Lo que nos enseña la esposa virtuosa es que ella vive para agradar a Dios y para amar y cuidar a su esposo e hijos. Cumplamos el mandato de Dios de hablar de Él a nuestros hijos en todo tiempo. Es nuestra responsabilidad junto a nuestro esposo educar a los hijos en los principios de la Palabra y esa es una tarea para toda la vida.
Image by StockSnap from Pixabay Estoy tan agradecida del Señor por haberme introducido a un grupo maravilloso de señoras tan amables y maduras cuando acepté a Cristo. Estas señoras entendían una verdad fundamental del caminar cristiano: Si queremos triunfar como cristianas, debemos saber nuestra Biblia. Ellas me tomaron bajo sus alas y me recibieron en el estudio bíblico que tenían todos los lunes por las tardes. Yo estaba maravillada de ver estas mujeres entre las edades de 40 y 70 años estar tan enamoradas de la Palabra de Dios.
Beliefnet 2- Alejandra A. Nos pareció cómica la comparación, pero es verdad. Nos sentimos los príncipes y andamos buscando princesas para rescatarlas. Les prometemos el cielo y las estrellas, pero el problema es que no tenemos tampoco el cielo ni podemos alcanzar una estrella. El problema, damas lectoras, es que algunos varones - sinceramente lo digo- algunos ya no quieren evolucionar y tan solo andan buscando una mujer de donde sostenerse ellos mismos. Él desde muy chico aceptó su responsabilidad como Hijo de Dios y redentor del mundo.
Agenciárselas 9 amenazas desapercibidas para todo boda Se le echa la culpa a la mala comunicación de los problemas matrimoniales, pero ésta no siempre es la causa. Se publica aquí con su permiso. Es como el angelito que se defiende en una pelea: los supervisores escuchan un alboroto y, cuando miran, justo ven al angelito tirar un golpe. Él no creó el problema, él estaba reaccionando al problema. Pero es a él a quien vieron y, por ello, lo envían a la oficina del director. O, en el caso de la comunicación entre esposos, a la administración del terapeuta. Todo el mundo acusa a la comunicación de ser el problema, cuando la verdad es que en el patio de juegos del matrimonio, ésta solo reacciona contra alguien de los otros alborotadores que iniciaron la pelea.