
Mayor de edad, se halló Carlos de Tarsis entregado a sí mismo, libre, con dinero, que es doble riqueza y libertad doble, ventajas realzadas por la personal belleza y elegancia. El primer impulso de don Carlos, apurados los gustos de Madrid, fue irse en busca de los de París, donde se engolfó en diversiones sin cuento, y en los variados deleites de que es maestra la grande y espiritual Metrópoli. Al año siguiente fue don Carlos a Italia, en primavera, y en otoño a Viena y Budapest. Y es cosa probada que ya se le habían escurrido por entre los dedos todas las rentas y alguna parte de su cuantioso capital, motivado al lujo y refinamiento de sus regocijos en distintas tierras civilizadas. En la Villa del Oso hizo el caballero vida ociosa y descuidada. A sus amores con la Marquesa que honestamente llamaremos de Equis, sucedió el trapicheo con la viuda jovencita de un coronel, a quien por pudor llamaremos Hache. La afición de don Carlos al mujerío era una dolencia crónica, y como en los intermedios buscaba descanso a la vera del tapete verde, su bolsa iba enflaqueciendo por días. Sobre este particular le amonestó severamente el Marqués de Torralba de Sisones, y tales razones reforzadas con ejemplos hubo de darle, que el aturdido prócer hizo propósito de enmienda y de sana economía, como cualquier burgués. Y viéndole en tan venturosa disposición, Torralba tuvo la feliz idea de aplicar revulsivos al espíritu del caballero, llamando a otras partes menos peligrosas el humor maligno.
Proporciono evidencias do desapego característico da antiga maternidade sob 1 Peruana-Española. Metodológicamente, entonces, analizo de forma comparativa los discursos que constituyeron la maternidad en la antigüedad y en la edad average europea, en la colonia hispanoamericana y costarricense, y en tres generaciones de mujeres costarricenses del siglo XX. Y cuando se registran casos de incesto —por definición protagonizados por sus padres u otros familiares biológicos— y de violación, por lo general, las víctimas son infantes, principalmente niñas y adolescentes, como pudo registrar Rodríguez para el período Cuadernos Inter. Este alzada, explica Twinam, era de acceso casi exclusivo para las élites. Y, en función de ello, las estrategias de encubrimiento, como las llama la autora, no eran realizadas solo por sus familiares: Incluso la iglesia católica colaboraba en la protección de su blasón, omi- tiendo su nombre en el acta de nacimiento de la angelito. Entre las ciento ochenta y encogido madres e hijos ilegítimos que comparecieron para solicitar cédulas de legitimación, 67 Se ocultó su identidad en las actas de nacimiento o no se encargaron de cuidar al angelito Twinam, , La ausencia de apego paternal también es patente.